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JEREMY BENTHAM

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Iba por angosta vereda, de esas que sobre el césped traza el constante pisar de hombres y brutos, y subía sin cansancio por un cerro en cuyas vertientes se alzaban pintorescos grupos de guinderos 1hayas y robles. Ya se ve que estamos en el Norte de España. Vestía el traje propio de los señores acomodados que viajan en verano, con el redondo sombrerete, que debe a su fealdad el nombre de hongo, gemelos de campo pendientes de una correa, y grueso bastón que, entre paso y paso, le servía para apalear las zarzas cuando extendían sus ramas llenas de afiladas uñas para atraparle la ropa. Me dijeron que atravesara el río por la pasadera Después que marchara adelante, siempre adelante. Después de andar largo trecho, añadió: -Me he perdido, no hay duda de que me he perdido Aquí tienes, Teodoro Golfín, el resultado de tu adelante, siempre adelante. Estos palurdos no conocen el valor de las palabras. Parece que estoy en un desierto

Buscar mujer - 784075

Visor de obras.

Los tópicos de este poema son predecibles y conviene recordarlos para sumar facetas a la imagen de la madama que estamos construyendo. La inmensa biografía palpitaba en torno, pero él estaba solo. El aislamiento transformaba en proscrito al soberano De cualquier modo, tampoco lady Hamilton ni la mujer de Cosme Churruca son caracteres exclusivos del mundo anglosajón o latino; no son netamente protestantes o cristianas sus características. Desde la perspectiva cristiana, al último siempre fue necesario encontrar un culpable de los delirios de grandeza insatisfechos. Los que no consiguieron mujeres, poniendo ante la vista sus miserables vidas, por no confesarse incapaces de ponerles fin o darles un giro babilónico, terminaron atribuyendo sus desventuras al acaso, frente al cual no puede hacerse nada. En cambio, el poeta de nuestros ejemplos, Manuel María Flores, tuvo a Rosario de la Peña abad en muchos aspectos a lady Hamilton y lejos de estimularlo para alcanzar sus sueños, le sirvió para limpiar una vida crapulosa que lo había imposibilitado para el amor y le erigió en un doloroso infierno de celos que terminaron por hundirlo. Al margen de las interpretaciones, ésta únicamente tiene la parte diabólica que levemente le hemos desprendido a la Eva bíblica con la versión agustina del relato. Tiene toda la voluptuosidad y disposición que son requisitos en las queridas, proveedoras de un placer que el matrimonio no procura, un goce cuya vulgaridad oculta el hieratismo prerrafaelita y figura una aristocracia que parece salir de las historias antiguas.

Es complicidad. Y alucine. Individuo puede estar. Acaramelado de la galán, empero también de los hijos, de los amigos, de su ministerio. El amor.

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